miércoles, 19 de agosto de 2009

Ellos y el mar.

Existieron…en ese momento, donde nadie más pudo hacerlo!
Se miraron, se sintieron y pensaron serian eternos.
Se estremecían los sentimientos en sus labios.
El amor se arrodillaba ante ellos.
Las horas pasaron como nunca antes lo hicieron.
Los días,
sus días,
solo días fueron!
Llenos de amaneceres estaban sus cuerpos,
llenos de sabores y olores nuevos.
Las noches se sabían necias al contemplar sus deseos.
Las aguas calmas de ese mar,
de su mar, que los adornaba,
se hacían incontrolables en su profundidad.
Ni esa inmensidad era capaz de ahogarlos.
Se esperaban y vivían cada hora como un día…
no sentían la amargura de alguna clase de final.
No existía tiempo que los pudiera limitar.

Solos eran ellos,
ellos y el mar.
No había espacio para el dolor,
era perfecto todo a su alrededor.
Rozaron su eternidad, creyéndola real.
Allí mismo se extinguieron,
ellos, su mar,
sin poderlo remediar.
Consecuencias de los actos,
de mezclar la perfección con el defectuoso arte de amar,
de juntar el amor y la eternidad.

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